Una temporada repleta de movimiento hemos tenido por OSTEON. Llena de cambios, de asunción de nuevos roles, nuevos servicios, de consolidación de nuestra labor cara a cada vez más pacientes. Nuevas relaciones con profesionales sanitarios. Un año en que OSTEON se ha definido cada vez más como centro de referencia para el tratamiento de músicos, deportistas, pacientes con dolor disfuncional y, por encima de todo, de pacientes con neuropatías.
Y mucho hay en mente en estos momentos para la temporada que viene. Porque hay mucho que seguir mejorando, y varios nuevos proyectos a presentar.
Pero ahora, no. Ahora ha llegado mi turno de muy merecidas vacaciones.
Y estas vacaciones de verano tengo previsto (intentar) desconectar. Tomaré medidas para ello.
No saludaré a nadie con un «¿Qué tal?», en previsión de una narración de su historial clínico.
Si en la panadería oigo hablar de articulaciones, pastillas o mantitas eléctricas, fingiré despiste, compraré el pan, y huiré.
Cuando conozca gente nueva, y me pregunten a qué me dedico, diré que soy profesor. No mentiré, y además como no suena entretenido cambiarán de tema.
Ni para poner la crema del sol a mis hijos pienso aplicar maniobras que, ni de lejos, se parezcan a un masaje. Y si hay que poner algún apósito para proteger alguna rozadura de las sandalias, lo hará mi mujer, no sea que me de por seleccionar alguna técnica específica de vendaje.
Si algún conocido me pregunta que a qué puede deberse su dolor de espalda, le diré que, si es menor, es por el crecimiento; si es mayor, por la edad… y si ni uno ni otro, que es porque va a cambiar el tiempo. Aquel algoritmo médico universal tan socorrido.
Y no pienso estudiar. Bueno, seré sincero. Voy a estudiar un poco, pero intentaré aprender lo mínimo.
Porque, cuando vuelva de este periodo vacacional, pienso dar pie a la nueva temporada con una carga al máximo de baterías.
¡Nos vemos para entonces!