Varios meses llevamos de pandemia.
Hace 3 meses reanudamos la actividad en la clínica tras el parón. Y ahora empezamos nueva etapa, una temporada con cambio de prioridades y objetivos redefinidos.
Buen momento para reflexionar.
Estado actual de la situación de pandemia
La medicina va conociendo más el coronavirus. Aún no lo torea con maestría, pero ha aprendido a esconderse para que no le vea tanto el toro. Nos ha enseñado a la sociedad muchas formas para ello: distanciamiento social, mascarilla y lavado de manos lideran las formas de minimizar riesgos.
Cierto es que, en un país que ha abierto antes los bares (y hasta hace nada, hasta los prostíbulos) que los colegios, un país con tal priorización de la educación, no podíamos esperar que toda la gente aprendiese a comportarse como debe y por un bien común. Y, como esta desobediencia ha emergido, especialmente patente cuando ha cedido el miedo (qué pronto olvida la gente, en cuanto salen en la tele un par de slogans en plan «te mereces el verano» y sandeces por el estilo), pues eso, como tanta gente (varios de ellos jóvenes a los que nunca se les ha responsabilizado y pedido rendir cuentas con esas modas de «cría con amor a tu tirano»), tantos han ido a su bola, que la incidencia de contagios se ha devuelto a desmadrar.
Me gustaría saber qué hubiese pasado si esos anuncios con soles, playas y chicas sonrientes se hubiesen sustituido, o al menos alternado con, otros de esos que antes se utilizaban para las campañas de tráfico, animándote a contemplar como ibas a morir si conducías alcoholizado hasta las cejas. No sé, un par de escenas con pacientes llenos de tubos y goteros muriendo solos, ahogándose en una planta de hospital rodeada de sanitarios impotentes y agotados. U otro en el que un veinteañero llega enfrascado en su efecto del botellón a las 5 de la mañana, para recibir la noticia de que su abuelito ha ingresado en el hospital, cortesía de su infecto regalo. El tercer anuncio de la serie podría mostrar una quedada masiva durante las vacaciones en el pueblo, celebrando un cumpleaños feliz, todos cubata en mano, y de forma poética, un travelling a cámara lenta en la que se van señalando con un icono (al gusto) los que van contagiándose.
En fin otras formas de educación mediante el miedo. Qué le vamos a hacer, cuando argumentos más racionales resultan insuficientes.
La idea es que, en estos momentos tenemos por delante la escolarización de peques y menos peques. Asignatura pendiente, a muchos niveles (por ser suave), que esperamos se lleve a cabo con algo más de criterio.
En OSTEON, cuanto menos, tiempo de agradecer
Tras unos 3 meses de funcionamiento en la clínica, lo primero que debo hacer es dar las gracias.
Primero, a mis compañeros Raquel Tormo, Suelen Cervelli, Javi González, Alba Cuerda, Raquel Galindo y Alicia Peinado.
En marzo respetaron la decisión de cerrar el centro, aún cuando no era aparentemente necesario y ningún otro centro había tomado tal opción. Echaron una mano durante el confinamiento para que los pacientes se mantuviesen activos. Ayudaron a desmontar y reorganizar la clínica para adaptarla a los nuevas necesidades. Y, sobre todo, aceptaron todas las nuevas normas, protocolos, cambios de horarios y condiciones, incluyendo la necesidad de trabajar disfrazados de apicultor, añadiendo a sus funciones la de limpiar y desinfectar a todas horas, y dejándose pinchar cada dos por tres para testar cómo van esos anticuerpos.
Y les agradezco sobre todo haber confiado en mí en el establecimiento y dirección de todas estas adaptaciones. Porque ha supuesto mucho trabajo, mucha responsabilidad, y esa actitud ha supuesto el mayor respaldo para seguir esforzándome.
No puedo dejar de destacar el especial soporte que ha supuesto Raquel Tormo con los programas de ejercicio durante la cuarentena, y Raquel Galindo con los protocolos de seguridad del centro.
En segundo lugar, mi agradecimiento va dirigido a los pacientes.
Porque también han tenido que adaptarse a una nueva forma de trabajo. A rígidas normas de acceso, puntualidad, no dejar que entren acompañados, tomas de temperatura, y por supuesto a la obligatoriedad de la mascarilla para recibir el tratamiento. Y han sufrido los efectos de una agenda saturada. Porque dedicar tanto tiempo a tareas de limpieza y la reorganización horaria ha obligado a Alicia, nuestra imprescindible secretaria, a hacer verdaderos malabares para encontrar citas para todos (o casi) los que lo han necesitado. Porque si algo teníamos claro es que todo esto no iba a mermar la calidad de la labor asistencial, y lo que se ha sacrificado ha sido la cantidad.
Y, por último, quiero reiterar un sincero agradecimiento a todos aquellos que están haciendo un gran esfuerzo por garantizar la atención sanitaria general, la seguridad, el abastecimiento, y resto de servicios esenciales. Y a aquellos que dedican infinitas horas a la investigación, un esfuerzo que ahora muchos aplauden, pero del que pocos han sido anteriormente conscientes y del que menos se van a acordar en unos años.
Y, para terminar, cierto optimismo
Quiero terminar esta entrada transmitiendo algo de optimismo.
Estamos en una situación de muchos nuevos contagios. Pero de alguna forma, es un indicativo de que se entiende bastante bien cómo funciona la cosa.
Me explico.
Cuando estábamos todos confinados, no había contacto social, y se redujeron los casos. La desescalada fue demasiado rápida, y sobre todo muy poco respetada en cuanto a cumplimiento de medidas. Y el lógico premio ha sido esta segunda ola. Así que el mensaje es claro: haces las cosas bien, y el resultado es positivo. Haces las cosas mal, y el resultado es negativo.
Esto, científicamente tienen más valor de lo que parece. Si ahora un gran porcentaje de la población ha aprendido la lección (todos tenemos claro que hay un porcentaje en que las expectativas positivas suponen malgastar esperanza), será posible mantener el equilibrio en esta situación para mantener la mayoría de actividades con precaución y sin saturar hospitales hasta que los tratamientos y vacunas vayan apareciendo y haciendo efecto.
Así que, vamos con ello.
Disponemos de información veraz y contrastada para protegernos y proteger al resto. Tenemos mucha gente inteligente investigando. Contamos con muchos servicios adaptados para ofrecer su prestación con seguridad. Existen muchas opciones de ocio en las que no es necesario agruparse desenmascarados.
Así que, confiemos en que hacer un buen uso de todo ello va a llevarnos por buen camino.
Carlos López Cubas