agosto 29, 2023

Quistes de Tarlov

Quistes de Tarlov

Los quistes de Tarlov o quistes perineurales son dilataciones de las raíces nerviosas en el ganglio de la raíz dorsal. Su ubicación más frecuente es a nivel sacro. Estos quistes pueden ser fuente de síntomas radiculares. No obstante, la entidad clínica «quistes de Tarlov sintomáticos» sigue siendo una condición subestimada que con frecuencia se pasa por alto.

¿Qué proceso patológico está detrás de los quistes de Tarlov?

En general, los quistes de Tarlov se originan por aumentos patológicos en la presión hidrostática en el canal espinal, causando la dilatación de las vainas de las raíces nerviosas. Estos quistes han sido asociados con la hipertensión intracraneal. La reducción de la presión hidrostática puede aliviar los síntomas y la ubicación de los quistes puede estar relacionada con la permeabilidad de la interfaz sangre-nervio en el ganglio de la raíz dorsal.

¿Por qué pueden provocar síntomas los quistes de Tarlov?

El ganglio de la raíz dorsal contiene axones y neuronas sensoriales. Por lo tanto, la irritación de estas estructuras sensoriales causa dolor y parestesia.
Los quistes de Tarlov que desarrollan un sistema de válvulas a menudo provocan un dolor severo en un período más corto (semanas o meses). Además, estos quistes en crecimiento pueden comprimir los axones motores en las raíces ventrales, causando disfunción motora como caída del pie (L5), debilidad en la flexión plantar (S1) y disfunción del esfínter (S3-S4). Los quistes más grandes también pueden comprimir gradualmente otras raíces nerviosas cercanas y/o erosionar el foramen neuronal óseo.
Las quistes grandes con válvula que causan disfunción motora son clínicamente más evidentes. Sin embargo, los más pequeños, que causan dolor y parestesia y/o síntomas intestinales y vesicales, así como disfunción de los esfínteres anal y uretral, pueden pasar desapercibidos.

Síntomas asociados con los quistes de Tarlov

Debido a que la presión hidrostática es más alta en el segmento más bajo del saco dural, los síntomas suelen presentarse como un síndrome de cola de caballo crónico. La intensidad y la ubicación de los síntomas varían. A medida que el volumen de líquido cefalorraquídeo (LCR) se desplaza hacia la zona caudal al cambiar de posición acostado a sentado, el dolor aumenta al estar sentado o de pie y se alivia al acostarse. En pacientes con quistes con válvulas, el dolor no se alivia al acostarse debido a que el flujo de LCR está limitado.
Además, debido a la presión general aumentada del LCR, los pacientes pueden informar síntomas radiculares distantes, como dolor torácico, dolor en el cuello y los brazos, y dolores de cabeza.

¿Por qué se duda del dolor por los quistes de Tarlov?

En ocasiones, a nivel médico hay cierta discrepancia y resistencia a la hora de atribuir el origen de los síntomas a los quistes de Tarlov.
Los pacientes con quistes de Tarlov sintomáticos no diagnosticados generalmente tienen antecedentes de dolor prolongado y pueden haberse sometido a varias investigaciones técnicas e intervenciones. Además, los pacientes suelen ser incapaces de realizar actividades relacionadas con estar sentados o hacer esfuerzos, por lo que pueden no poder participar en su vida profesional y social.

Frecuentemente, los pacientes quedan limitados en sus actividades fuera de casa y se vuelven socialmente aislados. El sufrimiento del paciente a menudo no es apreciado adecuadamente por la familia, amigos, colegas y médicos. Como consecuencia, la depresión es una comorbilidad común, y el dolor inexplicado del paciente puede ser atribuido erróneamente a la depresión.

Fisioterapia y quistes de Tarlov

Los pacientes con quistes de Tarlov pueden presentar episodios de dolor lumbopélvico, dolor neuropático, parestesia, debilidad, falta de coordinación y/o disfunción intestinal/vesical. La fisioterapia, mediante sus principales herramientas de educación, terapia manual y ejercicio terapéutico, ofrece ayuda para mejorar esta presentación clínica. El enfoque biopsicosocial, con una atención a la optimización de las capacidades de movimiento y esfuerzo, permiten un progresiva recuperación de la calidad de vida del paciente.

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