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No intentaré contar nada del congreso, ya que quien haya sentido interés (no se cuantos miles de twitteros, entre otros), ya ha debido quedar saciado.

Tan sólo, y antes de dormir, haceros partícipes de un sentimiento de satisfacción, y, por qué no decirlo, de orgullo, por pertenecer a uno de esos casi quinientos profesionales reunidos con ganas de avanzar por un camino que vamos tornando cada vez más transitado, y que estos días hemos aportado cada uno un granito de arena (desde atriles, butacas, móviles, y entre y durante ingestas, con preguntas, respuestas, comentarios llenos de @ y #).

Un colectivo que se siente cada vez más capaz de empujar hacia unos modelos más eficaces y respetuosos de atención a nuestros pacientes con dolor.

Cerrar con lo del yes we can quedaría pretencioso, algo facilón, y quizás incluso subversivo. Pero son las 23:00h tras unos cuatro días de vértigo, en los que mi sistema nervioso central y autonómico ha sufrido serios vaivenes, y necesito descansar.
Qué narices,…