Durante un parto accidentado, una flexión lateral del cuello demasiado pronunciada puede traccionar en exceso el plexo braquial del bebé. La parálisis de la musculatura relacionada con esos nervios se presenta con inmediatez, mostrando el bebé una incapacidad para elevar el brazo y una característica actitud en rotación interna y aproximación del brazo.
Este sobreestiramiento del tejido neural suele afectar principalmente a las raíces nerviosas superiores (C5, C6 y a veces C7), razón por la cual el niño es incapaz de realizar una abducción del hombro. Los bebés con este tipo de parálisis traumática (llamada parálisis de Erb) suelen, sin embargo, mantener la capacidad de mover los dedos de la mano, al quedar las raíces más bajas indemnes.
En otras pocas ocasiones, las raíces inferiores son las lesionadas (parálisis dee Klumpke, de C8, T1), y a veces la lesión es de todas las raíces.
La práctica inmovilidad del brazo afecto, y un déficit acusado de la conducción nerviosa en las pruebas electroneurográficas, pueden sugerir, en algunos casos (8%), el requerimiento de una cirugía temprana para explorar la lesión nerviosa con más claridad y valorar las posibilidades de reparación. El neuropediatra puede considerar esta opción durante los primeros meses del bebé, para incrementar las posibilidades de recuperación futura. La cirugía actual en la parálisis braquial se basa en la reparación nerviosa mediante microcirugía, o transferencias de nervios sanos a los músculos paralizados.
La mayoría de bebés (92%), no obstante, tienen una evolución favorable, aunque lenta, y a los 2 años, pueden obtener óptimos resultados a través del tratamiento de fisioterapia, en constante revisión por el neuropediatra.
Este tratamiento busca prevenir la rigidez articular y el desacondicionamiento muscular, mediante ejercicios y otras técnicas que realizamos al pequeñajo, y que enseñamos a los padres. También buscamos estimular la recuperación de la función neurológica, mediante técnicas de exposición a texturas, temperaturas, estímulos de la contracción muscular, potenciar las situaciones de movimientos espontáneos mediante técnicas posturales,…
En el tratamiento es fundamental la cooperación de los padres con el fisioterapeuta, logrando una completa implicación para con el programa de ejercicios de su hijo. Los padres deben entender a la perfección el problema de su hijo, pero sobre todo que deben seguir ejerciendo de padres. Aquí os dejo la traducción de una serie de consejos emitidos por padres de niños con parálisis braquial de una fundación americana.
- La educación es la clave para tomar decisiones informadas para su hijo.
- Usted es el mejor defensor de su hijo. Busque a los mejores especialistas. Es muy importante obtener múltiples opiniones, porque los protocolos de tratamiento no están escritos en piedra y cada médico tiene su propia opinión de lo que puede ser mejor para el niño. Haga todas las preguntas, incluso las que considere realmente difíciles, y luego confíe en su intuición.
- Usted tendrá una gran cantidad de emociones – intente contactar con otras familias que tienen niños con parálisis braquial. La mejor ayuda proviene de aquellos que pasan por el mismo camino que usted, pero recuerde que cada niño es diferente – no hay dos niños con la misma lesión ni que evolucionen de la misma manera.
- Disfrute a su bebé, porque este precioso tiempo pasa demasiado rápido. A medida que el niño crece, e incluso si nunca llega a recuperar el uso de un brazo, esfuérzate por que tu hijo pueda vivir una vida exitosa y feliz.
- Entiende y acepta que si su hijo no se ha recuperado completamente, que es un tema permanente y de por vida, y que afecta a todo el cuerpo, y no sólo el brazo.