Durante algunas entradas voy a utilizar el blog como diario de mi ex-menisco.
Os explico.
Aquí nos encontramos un amigo y yo corriendo en la Media Marathón de Alaquàs del año pasado |
Practico el atletismo desde muy joven. Aunque ha habido alguna que otra incursión en otros deportes, como el baloncesto, ciclismo, natación, incluso últimamente el yoga, lo mio es correr. Curiosamente, corriendo nunca he fastidiado ningún trozo de mi anatomía. No discutiré la idea de un compañero del club que afirma que esto de correr deseca nuestras neuronas, pero eso ahora no viene a cuento.
Lo cierto es que la genética humana predispone nuestra anatomía para correr, saltar y trepar, yo acepté esta invitación de la naturaleza y opté por la primera opción deportiva hace más de 20 años.
Hace 2 meses, tras permanecer de cuclillas unos 15 minutos, me levanté haciendo un giro con el tronco, y la exigencia mecánica a la que sometí a mi rodilla derecha concluyó en un chasquido audible que no auguraba nada bueno. Posiblemente, la salud intraarticular de mi rodilla, tras tantos años de carreras, no pasaba ya por su mejor momento. Pero el desencadenante de hiperflexión + rotación de rodilla, con su «cloc», el dolor agudo en interlinea interna, y una desagradable sensación de presión e inestabilidad, rubricaron un indiscutible punto de inflexión.
Cabezón que es uno, y ajeno al hecho de que si yo hubiese sido un paciente mio, hubiese habido remisión inmediata a traumatología, decidí esperar unas semanas durante las cuales las molestias fueren a menos, y la esperanza de que aquello no era para tanto fueron en aumento. Incluso me permití el lujo de intentar, en tres ocasiones, la reincorporación al deporte, saliendo infructuosamente a correr unos minutos.
Pero no, mi rotura pediculada del menisco interno no estaba por la labor de ir a cicatrizar, siendo una estructura avascular como es, y mi querido cuerpo me regaló un bonito hinchazón de rodilla y una oportuna cojera. Semanas después se repitieron los síntomas agudos iniciales, en respuesta a gestos prácticamente inocuos, y la evidencia (más la insistencia de aquellas queridas personas que me rodean y soportan), terminó imponiéndose a mi cabezonería, y acudí al traumatólogo.
Una exploración tan breve como correcta, y el informe del radiólogo al valorar la resonancia magnética, aseguraron la necesidad de una artroscopia para reparar el destrozo.
Y así llegamos a la cirugía, que me dejo para las siguientes entradas.
2 Replies to “Mi ex-menisco (parte I)”
Teresa: dime tu correo, o envíalo al mío carloslopezcubas@gmail.com y te comento
Un saludo
Hola, me llamo Teresa y Raúl Ferrer me dijo que me dirigiera a ud a ver si podía echarme una mano con un trabajo que me tiene un tanto perdida. El trabajo es sobre cómo actúa la neurofisiología en las técnicas funcionales, y no encuentro nada en ningún sitio…… si pudiera orientarme un poco con el tema o decirme dónde encontrar algo se lo agradecería muchísimo….! Un saludo y gracias de antemano!