Este miércoles 15 de julio, además de ser mi cumpleaños, se estrena la sexta película de Harry Potter. Lejana queda la relación de estos hechos con la fisioterapia, pero me apetecía escribir algo al respecto de la obra de J.K. Rowling y me ha parecido buen momento. Además, al final algún nexo le he buscado, no os preocupéis.
Mi relación con las aventuras de este mago miope de frente cercenada nace de la necesidad de reforzar ante una amiga (hola Pili!) la opinión de que tan solo se trata de historietas de género infantil-juvenil. Aproveché de enero a marzo de este año para repasar inglés leyendo las 7 obras en su versión original, y de paso comprobar que este idioma también se usa para temas diferentes a mis habituales textos científicos clínicos.
Debo reconocer que, aunque se dirijan a un público joven, las novelas entretienen y no caen en el absurdo, como podría prometer la presentación de un argumento con un niño que es mago sin saberlo y es invitado por un gigante a ir a una escuela de magia con escobas volantes incluidas.
He decidido recortar unos pedacitos de las obras que me han parecido curiosos, al menos desde el punto de vista de un fisioterapeuta volcado en la comprensión del funcionamiento del cerebro y los mecanismos del dolor.
Me temo que he introducido un spoiler de grandes dimensiones en algún momento, así que aquellos actualmente inmersos en la lectura de la saga, o que no quieran que se les estropee el final de la peli ahora de estreno, os sugiero eludir los comentarios acerca del segundo pedacito de la historia.
Ahí va el primer pedacito, correspondiente al sexto libro:
Anteriormente habían engañado a Ron haciéndole creer que había bebido la poción Felix Felicis, cuyos efectos permiten emprender acciones con final feliz asegurado, y así condicionado había jugado el mejor partido de su vida.
Un divertido guiño al efecto placebo, que bien utilizado tanto beneficio terapéutico aporta.
La potencia del sistema descendente de control del dolor, o lo que es lo mismo, la capacidad propia de nuestro sistema nervioso central de modular el dolor, es de tal importancia que supera con creces los pretendidos ajustes químicos de muchos fármacos, algo que, cuando no es comprendido, confunde a tantos profesionales del medicamento.
El segundo recorte proviene de la parte séptima y última, hacia el final del libro:
En la novela Harry duda si el hecho de estar inconsciente hablando con su mentor muerto Dumbledore es real o está ocurriendo en su cabeza.
Tal como lo leí en su momento, no pude evitar recordar la máxima “The pain is in your brain, but it’s real” (el dolor está en tu cerebro, pero es real).
Una reflexión que me viene así de repente: el hecho de que algo ocurra en tu cerebro supone un trabajo de interconexión de tantísimas circunstancias y variables, que bien puede ser antepuesto a lo que únicamente vemos. Un respeto a la imaginación, los pensamientos e ideas, y un aplauso a la respuesta de Dumbledore, casi una colleja a Harry por menospreciar el valor de su cabecita despeinada.
Y para aquellos que aún necesitan “ver para creer”, recordar que la mayor parte de la percepción de lo que vemos se selecciona, procesa y genera en el cerebro. Así que no pensemos nunca que la visión es objetiva, ya que es el cerebro el que finalmente decide resumirnos un fotograma de la ingente información que se nos presenta delante de las narices.
El tercer y último trocito aparece en la primera novela:
No admite mucho comentario. Simplemente me hizo gracia, y si explico por qué, se la robaré. Explicar un chiste siempre acaba en desastre…
One Reply to “La cabeza de Harry Potter”
Me encanta tu blog, me parecen muy interesantes todos los comentarios y se entienden perfectamente, de hecho ya me has solucionado varias dudas.
Esta entrada en particular me ha resultado curiosa, no sabía cómo entraba Harry Potter en el mundo de la fisioterapia! jaja
¡Enhorabuena!