Las lesiones del hueso no relacionadas con grandes traumatismos están menospreciadas a nivel diagnóstico.
Es evidente que ver un trozo de fémur emerger con osadía por la cara anterior del muslo en un precipitado, no da pie a dudas. La fractura se aprecia, se deja ver, y se aprecia, se toma en consideración.
No con tanta soltura se aciertan las fracturas patológicas, aquellas fracturas que asientan sobre un hueso que presenta patología previa, generalmente por osteoporosis o un tumor. Son fracturas que no se relacionan con impactos de gran energía, ya que al estar el hueso previamente debilitado, mínimos traumatismos son capaces de ocasionar la lesión ósea. Hace unos diez años traté a una paciente de 45 años que sufrió una fractura de radio con solo apoyarse en la mesita de noche para levantarse de la cama: de hecho la fractura sirvió para detectar una osteoporosis precoz en un considerable estado de evolución.
Y más complicado aún se plantea el diagnóstico de una fractura por microtraumatismos repetidos o fractura por estrés. El principal problema es la falta de relación directa con un agente causal agudo. No contamos con una caída ni con una contusión importante previa a la aparición de síntomas. Y para colmo, el soporte de imagen radiológica no es que sea siempre de gran ayuda: ni el tipo de imagen ni el momento de aparición de los cambios se ajusta demasiado a lo esperado en una fractura estándar.
Son varios los atletas que han acudido a la clínica con una historia de excesos en kilometraje o cambios concretos en su práctica deportiva (frecuentemente haber iniciado a correr por montaña o cambios a calzado ultraligero), con el dolor en metatarso como motivo de consulta, mostrando en ocasiones radiografías sin cambios demasiado concluyentes, y cansados de que les digan que no tienen nada mientras siguen entrenando con dolor.
El último paciente de estas características que visité sufría una fractura por estrés del cuarto metatarsiano (la imagen nos presenta un caso similar, en este caso en el segundo meta). El diagnóstico médico fue tardío, debido en parte a que se confundió de inicio con una fractura por un tumor (la imagen radiológica, en este caso, más que discreta, era exuberante en exceso). Nos costó una temporada devolverlo a la carrera, algo lógico dados los casi tres meses de desacondicionamiento de los tejidos de su pie, en parte relacionado con sus intentos infructuosos de correr sin apoyar el foco de fractura.
El caso es que no está mal recordar que las lesiones óseas no son tan anecdóticas como parece, y que son una opción a valorar en más ocasiones de las que a priori puede parecer.
2 Replies to “Fractura por estrés”
Muy buen aporte, hace unos días escribí un artículo sobre «La influencia del estrés en el organismo» (http://juanmoisesdelaserna.es/psicologia/influencia-estres/)
Espero que le resulte tan interesante como a mí.
Buenas Carlos, una duda que me ha surgido al ver la entrada de tu blog. Cuál crees que sería la estrategia principal de tto en una fractura por estrés? (Además del reposo y la descarga para la consolidación).