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Impacto de la COVID persistente

A estas alturas sabemos que la COVID no es una infección cuya superación garantice la recuperación del estado de salud anterior. En muchos casos se desarrolla un cuadro conocido como COVID prolongado o persistente. Entre los síntomas más comunes de la afección posterior a la COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca:

• Fatiga
• Disnea (dificultad respiratoria)
• Problemas de memoria, concentración o sueño
• Tos persistente
• Dolor torácico
• Dificultad para hablar
• Dolores musculares
• Pérdida del olfato o del gusto
• Depresión o ansiedad
• Fiebre

Los síntomas de la COVID persitente son angustiosos e incapacitantes. Tienen un impacto en la calidad de vida y, muchas veces, en la capacidad para trabajar. Y, lo preocupante, es que entre un 3-5% de la población refleja un COVID persistente autoinformado.

La fisioterapia en la COVID persistente

La ciencia respalda y califica de «impresionantes» los recientes resultados de un programa de fisioterapia que ayuda a las personas con COVID persitente a reducir sus síntomas y aumentar los niveles de actividad.

Effect of using a structured pacing protocol on post-exertional symptom exacerbation and health status in a longitudinal cohort with the post-COVID-19 syndrome

Megan Parker, Hannah Brady Sawant, Thuvia Flannery, Rachel Tarrant, Jenna Shardha, Rebecca Bannister, Denise Ross, Stephen Halpin, Darren C. Greenwood, Manoj Sivan

En el estudio, los autores tomaron como referencia el malestar posterior al esfuerzo, o la exacerbación de los síntomas posteriores al esfuerzo. El estado de agotamiento físico, emocional o cognitivo, después de un esfuerzo físico o mental leve, es un síntoma definitorio e importante de la COVID persistente. Este estado se prolonga unas horas, durante las cuales la persona no puede reanudar sus actividades habituales.

Ejercicio terapéutico y COVID persistente

La administración gradual de actividad física se ha planteado como opción para ayudar al paciente a recuperarse de esta situación. Pero la realidad es que los pacientes encuentran demasiadas opciones acerca de cómo hacerlo.

Hoy en día, en redes sociales abundan «recomendadores» sin base ni respaldo más allá de su imagen. Y la indicación de ejercicio terapéutico por profesionales no sanitarios supone también un perjuicio para una buena adaptación del ejercicio en este contexto tan específico.

De ahí la necesidad del protocolo propuesto y supervisado en este reciente artículo científico.

Protocolo de ejercicio gradual progresivo para pacientes con COVID persistente

Durante el estudio de 6 semanas, los participantes siguieron, en casa un programa de retorno gradual a la actividad física. El programa es el protocolo de exposición gradual a actividad física Borg CR-10 de la OMS. El programa presenta cinco fases incrementales de actividad, donde se incrementa en cada fase una tasa recomendada de esfuerzo percibido (RPE) de 0-10, siendo 0 el nivel más bajo y 10 el nivel máximo de esfuerzo.

Las fases comienzan con una fase de ‘preparación para el regreso a la actividad’, RPE 0-1, donde se sugieren ejercicios de respiración y estiramientos suaves. En su última fase, el programa concluye con ‘ejercicios de regreso a la línea de base’, RPE 8-10. En esta fase los pacientes deberían poder completar actividades previas a la COVID-19, como ejercicio regular o deportes.

Se proporcionan actividades sugeridas adecuadas para el RPE en cada fase y la guía aconseja a la persona que permanezca en cada fase durante un mínimo de 7 días. El paciente puede usar las actividades de ejemplo como guía, pero puede aplicar cualquier actividad que considere de esfuerzo, por ejemplo, limpieza/tareas domésticas, para controlar la intensidad de las actividades diarias y reducir la exacerbación de los síntomas posteriores al esfuerzo.