Las vías piramidales (desde córtex cerebral, y pasando por cápsula interna, tronco de encéfalo y médula), están lesionadas en los pacientes con espasticidad.
El Síndrome Piramidal se presenta como parálisis, pérdida de la selectividad del movimiento y la referida espasticidad, que se manifiesta con hipertonía muscular, hiperreflexia e hiperactividad cinética voluntaria.
El nivel de lesión va a determinar determinadas diferencias en el comportamiento de la espasticidad.
La lesión medular puede aparecer por traumatismos, esclerosis múltiple, tumores espinales y otras patologías de origen infeccioso.
La lesión a niveles superiores, por accidente cérebro-vascular (trombosis, embolias, hemorragias), traumatismo cráneo-encefálico,… tendrá consecuencias que se engloban en el llamado daño cerebral adquirido, y la presentación de la espasticidad en estos casos seguirá unos preceptos.
La espasticidad se establece progresivamente, apareciendo a las 6-8 semanas de la lesión neurológica, incluso a las 2 semanas en caso de traumatismo cráneo-encefálico.
El daño cerebral adquirido desregula de esta manera el tono muscular, y la espasticidad se expresa según un patrón de decorticación (aproximación de hombro, triple flexión de extremidades superiores y extensión de las inferiores con equinismo), o de descerebración (extensión de todas las extremidades, con rotación interna de extremidades superiores).
El paciente con ictus ve disminuida su capacidad de equilibrio y marcha, la habilidad manual, de comunicación y deglución.