Dolor y cambios cognitivos
Eldolor persistente afecta a las funciones cognitivas. Cambia la forma en que percibimos el mundo que nos rodea.
El cerebro prioriza hacia la evitación de exposición a estímulos. Se vuelve temeroso y sobreprotector. Y consigue con todo ello cambiar la relevancia de las cosas, ese filtro que nos hace determinar qué es importante y qué no para nosotros. Que nos permite la apetencia, la motivación y la toma de decisiones.
Y por ende, nos conduce a la reclusión, el aislamiento y a dejar de disfrutar de mucho de lo que antes constituía ocio y hábito.
Las emociones que nos envuelven se tornan hacia un lado más pesimista. La tristeza, ira e indefensión se presentan como precursores de nuestras acciones en más ocasiones de las deseadas.
Dolor y cambios en la memoria
Pero la distorsión de las capacidades cognitivas se amplia aún a más campos. El aprendizaje y la memoria son unos de ellos.
Recientemente leía una publicación del noigrop que desglosaba los entresijos neurofisiológicos de este deterioro. Y es que el efecto del dolor crónico, disfuncional, maladaptativo, no se limita a mantener al individuo más distraído al sobreatender su dolor.
Al parecer, las alteraciones en la función neuroinmune y neuroendocrina asociadas al dolor persistente, también pueden afectar directamente nuestra capacidad para formar nuevas conexiones sinápticas. Pueden por tanto estorbar los mecanismos que nos permiten establecer nuevos recuerdos, aprender y pensar.
Sumémosle a ello el efecto de las drogas. Muchos de los medicamentos que un paciente con dolor crónico toma a largo plazo, como los antidepresivos y los opioides, pueden a su vez tener efectos perjudiciales sobre la memoria y el aprendizaje.
Dolor, memoria, educación y fisioterapia
Como fisioterapeuta dedicado a los pacientes con dolor, armado con la educación como herramienta terapéutica fundamental, esta afectación de la memoria y la capacidad de aprender, frecuente en tantos pacientes, supone una dificultad añadida en el tratamiento.
Aunque dificultad no significa impedimento.
Conocer esta afectación me obliga a mejorar la capacidad de lanzar mis mensajes y asegurarme de que cumplen su cometido. Hace que me esfuerce por optimizar ese reclamo neuroplástico con el que revertir, en la medida de lo posible, tanta devastación neurofisiológica responsable del dolor y la discapacidad.
Porque el dolor crónico puede cambiar. Podemos ayudar a que el sistema nervioso desaprenda lo maladaptativo. Supone esfuerzo, pero es nuestra obligación ir en la mejor dirección para conseguirlo.