Los fisioterapeutas en ocasiones utilizamos técnicas de movilización articular que, dada su forma especial de aplicación, con un impulso de alta velocidad y corta amplitud, provocan ocasionalmente un sonido característico de crujido.
Se trata una técnica que posiblemente se ha utilizado con demasiada frecuencia y soltura dada su espectacularidad. Profesionales y pacientes muchas veces muestran una preferencia por las manipulaciones frente a modalidades de movilización rítmica oscilatoria, más seguras y con una efectividad, en varias ocasiones, similar o incluso superior a las maniobras de alta velocidad.
Lo cual no significa que, siguiendo los criterios de ejecución correctos, y siempre bajo la indicación certera hacia la condición adecuada del paciente, la manipulación es una técnica útil para reducir el dolor y ganar rango de movimiento articular.
Las teorías alrededor del efecto terapéutico de la manipulación son diversas, y dada la frecuencia con la que los pacientes preguntan el por qué del efecto de estas maniobras, así como la razón del chasquido o crujido, he pensado que recopilar los razonamientos más históricamente aceptados serviría de argumento ante tales cuestiones.
Podemos dividir en dos grupos los mecanismos que plausiblemente participan en el efecto sobre el dolor y el rango de movimiento de las movilizaciones articulares de alta velocidad y corta amplitud.
Los primeros mecanismos son los más puramente biomecánicos, entre los que se han descrito:
- Liberación de repliegues o plicas intrasinoviales. Se trata de unos hallazgos anatómicos en articulaciones cigoapofisarias, cuyo malposicionamiento o pinzamiento se ha relacionado con dolor y disfunciones de movimiento intervertebral. La manipulación liberaría este tejido responsable de la restricción de movimiento.
- Relajación de la musculatura hipertónica por el estiramiento súbito. La alta velocidad del impulso desencadenaría una inhibición de la musculatura especialmente tensa alrededor del segmento clínicamente involucrado.
- Liberación o desorganización de los tejidos articulares y extraarticulares adheridos. La liberación de adherencias ha sido tradicionalmente la teoría más tradicional detrás del efecto terapéutico de la manipulación articular.
Otras teorías biomecánicas, sin tanto soporte de plausibilidad anatómo-biomecánica, serían la recuperación de una posición media de reposo articular adecuada, y/o la recuperación del rango de movimiento fisiológico normal en articulaciones que están «pegadas» en una posición final de rango articular.
Por otro lado, contamos con los mecanismos neurofisiológicos detrás de los efectos de la movilización y manipulación, como los cambios en la activación de las neuronas del asta dorsal de la médula, respuestas opioides endógenas, y mejoría en relación con factores psicológicos. Son efectos relacionados con la modificación de los mecanismos del dolor, así como con la kinesiofobia o miedo al movimiento.
Así pues, tenemos varios efectos, con un razonamiento más o menos estructuralista de fondo, que justifican el por qué las manipulaciones, cuando se indican, seleccionan y aplican con corrección y diligencia, ayudan a nuestros pacientes a reducir su dolor y mejorar su movilidad.