La bursitis trocantérea es una causa enigmática pero común de los síntomas de dolor lateral en la cadera. Aunque puede aparecer en cualquier franja de edad, encontramos este síndrome con predilección en mujeres activas de mediana edad.
Aunque tradicionalmente se atribuye el dolor lateral de cadera a la inflamación de las bolsas serosas que cubren el troncánter mayor, parece ser que la manifestación más común de este síndrome es una tendinopatía degenerativa de los músculos abductores de la cadera. Para entender el contexto fisiopatológico y la evolución de la bursitis trocantérea, podríamos hacer un símil con los cambios intrínsecos observados en la patología del manguito rotador en el hombro. En cualquier caso, no existen pruebas definitivas para determinar con concreción la patología subyacente, y la palpación es un recurso inespecífico a la hora de diferenciar el tejido generador de dolor.
En determinados pacientes, en los que el dolor lateral de cadera se asocia a parestesias en la cara lateral del muslo, y a síntomas lumbares, el tejido neural como fuente de síntomas puede estar a su vez implicado
Dentro del tratamiento de la bursitis trocantérea, una de las premisas en la que invertir especialmente es evitar las fuerzas de compresión en el trocánter mayor generalmente generadas por un aumento de la tensión en la cintilla iliotibial. Utilizamos medidas como la educación en relación con la evitación de posturas relacionadas con este aumento de compresión lateral (como dormir sobre ese lado), y modificaciones de la actividad, especialmente los gestos más provocativos.
Los ejercicios de estabilización funcional lumbopélvica pueden también resultar de ayuda. Y, por supuesto, y dirigido a cada paciente en particular, los ejercicios específicos para resolver las restricciones y restaurar las capacidades musculares concretas, entre las que suelen encontrarse implicados los rotadores profundos y abductores de la cadera.
One Reply to “Bursitis de cadera”
Buena aproximación al problema basada en los últimos artículos publicados al respecto, y ya que tocas el tema de abordar la estabilización lumbopélvica como parte del tratamiento, me gustaría añadir que hay algunas referencias interesantes sobre trabajar la estabilización de la rodilla también como parte de la progresión del tratamiento y en mi experiencia puedo confirmar que me han dado alguna alegría en pacientes con este problema. Es interesante, como bien remarcas, poner énfasis en las fuerzas de compresión sobre el tendón y la aparición de calcificaciones en lo que parece ser un intento del cuerpo por adaptarse a esa situación, y que su aparición no supone un problema distinto en el modo de abordarlo. Buena entrada. Abrazos!