Imaginemos que con nuestro cerebro pudiésemos controlar no sólo nuestro cuerpo, sino también el de otro ser vivo humanoide.
Imaginemos que algún tipo de extraordinaria tecnología lograse conectar nuestra actividad neuronal con la de dicho ser vivo, para poder sentir lo que él siente, procesar las percepciones, y responder a ellas a través de este ser.
Y ahora pensemos en las repercusiones representacionales de todo ello.
Ahora la representación cerebral de nuestra pierna al andar debería adaptarse a la información propioceptiva que nos llegase del ser que conducimos, y nuestro homúnculo sensitivo y motor modificaría rápidamente su expresión electro-química para ajustarse a las nuevas necesidades.
Podría ser que determinadas zonas que habían quedado en desuso requiriesen espabilar rápidamente para recobrar la función olvidada. Incluso puede que necesitásemos representar zonas nuevas. Una cola, quizás, que en principio nos estorbaría y poco a poco encontraría su lugar en el cerebro y quedaría allí representada.
Por último, imaginemos que alguien ya ha pensado en todo esto y nos lo ha presentado, junto a una aventura ecologista y anti-imperialista, en una tremenda película plagada de impactantes paisajes y escenas de vértigo.
A Bob le encantaría Avatar, seguro.
One Reply to “Avatar”
hola, entre a tu blog por casualidad,me parecio muy interesante,feliz año silvia del blog niños especiales ayudemoslos