diciembre 15, 2009

aaaaaa……chís ¡¡¡Ay!!!

Nos han llenado de pósters la población, como si viniesen los Rolling Stones.
Pero estos pósters pretenden cubrir una labor educativa – preventiva ante la gripe de las narices (y de la cabeza, el estómago, los bronquios,…).
Gracias a dichos pósters podemos aprender a estornudar sin difundir gérmenes “per tot arreu”. Proponen estornudar tapándonos NO con las manos (que luego tocan de todo, incluido los alimentos que seguidamente ingerimos), sino con la flexura del codo.
Un paciente tuvo la desgracia de versionar al monigote del póster con quizás demasiado ímpetu. Bajó su cara al antebrazo con un exceso de flexión y rotación cervical, lo que junto al repentino aumento de presión en relación con el estornudo, seguramente obligó a algún disco intervertebral a impactar en la raíz nerviosa vecina con más presión de lo asumido como normal.
Resultado: pinchazo eléctrico súbito, dolor de gran intensidad, susto, actitud antálgica con bloqueo del cuello, y, para acabar de rematar, reacción vaso-vagal de las que invitan a caer al suelo. Visita a hospital de urgencias, insinuación médica de hernia discal, inyectable a la nalga de inzitan, y hasta el momento 3 semanas con dolor cervical y medio brazo con parestesias.
Y ahí va mi propuesta en respuesta a ello.
Comencemos recordando aquello de si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma. Y apliquémoslo, llevando el brazo a la cara y no la cara al brazo. Elevar el brazo para taparnos la cara manteniendo el cuello en posición neutra no va a acabar resultando tan agresivo para nuestra presión intratecal como la opción de mi paciente.
Con mayor justificación en aquellos (entre los que me incluyo) cuyo huracanado estornudo resuena en lontananza.

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