Como cada año por estas fechas por mi querida facultad de fisioterapia de Valencia, me dispongo a impartir las prácticas de la asignatura «Fisioterapia del Sistema Nervioso», en las que, en unas pocas horas intento presentar a mis variopintos alumnos los tests neurodinámicos.
Precede a tal osadía unas 3 clases teóricas en las que, creo que de forma también algo comprimida, les comento algunas generalidades acerca de la neurofisiología del dolor neuropático, el razonamiento clínico, la biomecánica del sistema nervioso, y algunas bases más que considero necesarias. Y, como guinda, y con el objetivo de evaluar los conocimientos y aptitudes adquiridas con todo ello, contribuyo al examen teórico general de la asignatura con algunas preguntas tipo test (de esas que ya son prácticamente de libre distribución entre los más y menos avispados).
Hasta ahí todo bien, pero el calvario aparece con el tema del examen práctico. Porque a estas alturas no he encontrado la fórmula menos mala para intentar examinar las capacidades de praxis de alumnos aún a años luz del contexto clínico, con habilidades técnicas aprendidas y puestas en práctica únicamente entre ellos, y sin una capacidad metacognitiva lo suficientemente desarrollada como para valorar la relevancia de sus aciertos o errores a la hora de razonar lo que pretenden hacer al supuesto paciente. Sencillamente, porque en ese momento, incluso aquellos que verdaderamente están en la asignatura para aprender más que para aprobar (no me atreveré a estimar el porcentaje), aún no han tenido la oportunidad de enfrentarse a situaciones que les exijan tal pericia.
En definitiva, que cada año me invento una forma de examinar la parte práctica.
Hace unos años, reforcé las prácticas con algunos vídeos y directamente valoré la ejecución técnica de los tests neurodinámicos, preguntando a los aspirantes a notaza algún detalle delicado o alguna aplicación clínica sencilla. En otra ocasión les presenté un algoritmo predictivo en el que, en plan «elige tu propia aventura», los alumnos iban avanzando en el devenir diagnóstico de un hipotético caso clínico.
Y, este año, he decido probar evaluando la capacidad de interpretar un texto relacionado con la evidencia de la valoración neurodinámica, nutrir con ello la habilidad de razonar, y transferirlo a un caso clínico que ya veremos cómo desarrollo para que, con las herramientas básicas aprendidas, puedan resolver sin demasiados problemas. El texto en cuestión es un artículo que publiqué recientemente en la revista «Fisioterapia y Divulgación»:
López-Cubas C. Consideraciones para la positividad en las pruebas neurodinámicas. Fisioterapia y Divulgación. 2014;2(4):32-9.
Ya veremos cómo se da la cosa.