marzo 4, 2010

Wii guay!

Hace unas semanas probé la Wii.

Lo del mando, lo cierto es que no lo encontré muy logrado. No es todo lo realista que tenía entendido.
La plataforma, sin embargo, sí me pareció un aporte relevante. Sobre todo por la sensibilidad que tiene y la correlación directa de tus movimientos con los de tu monigote (Mii lo llaman) en la pantalla. En particular me llamó la atención un juego de esquí en el que esquivabas las banderas (mi prima al menos lo hacía).
La deformación profesional, como el demonio y el angelito en cada hombro, te asalta en los momentos más inesperados, y me animó a buscarle aplicaciones al cacharrito. Por supuesto, había leído bastante ya de sus usos en fisioterapia y los estudios diversos que van apareciendo al respecto; echarles un vistazo aquí porque hay muchos bastante sorprendentes.
Pero mis pensamientos iban por otros derroteros menos físicos; se dirigieron sobre todo hacia el terreno de la salud representacional.
Estuve acordándome de mi querido Bob, y de sus aplicaciones para reorganizar y reforzar las representaciones corticales de nuestra anatomía. Pensé en nuestro homúnculo jugando al ping pong, y cuando probé el juego de los bolos, no pude evitar imaginarme a dicho homúnculo lanzando a Bob.
Encontré así en la Wii otra forma genial de ejercicio del cuerpo virtual.
La imaginación, la fantasía, la distracción, se pueden presentar como herramientas para afrontar el dolor. Y si encima lo acompañas de unas buenas risas cuando te comes las banderas del esquí o recibes un puñetazo virtual, pues mucho mejor.

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