julio 17, 2012

Una serie de catastróficos despropósitos (III)

«Llamo para que le digas a mi mujer que lo que tiene en el cuello no es nada»

Así, con pocos más preámbulos, inicia la conversación telefónica un paciente para coger cita para su mujer.

Un paciente al que meses antes había tranquilizado, y al parecer mucho, al asegurarle que no tenía tanto que temer en relación con sus hernias lumbares. Al repetirle, tal como su traumatólogo le había previamente comentado, que la cirugía no se planteaba como opción de primera intención en su caso, y más siendo totalmente asintomático.

Un paciente ahora convencido de que toda manifestación radiológica, malinterpretando y generalizando mi mensaje, es papanatería. Y de que, por tanto, lo que a saber mostraba la resonancia de su querida esposa (quien al parecer le estaba agobiando con sus lamentos), no era más que una excusa para quejarse de forma desproporcionada.

Asumo cierta responsabilidad en este despropósito; mejoraré mis dotes de educador para la próxima vez que advierta un exceso de entusiasmo en pacientes tras el entendimiento del mensaje,… o más bien cuando trate a personas necesitadas de unas vacaciones con su pareja.

Y, por cierto, y aunque ahora ya no venga tanto al cuento, la mujer tenía roto el manguito rotador, con lo cual o bien el marido era un ser bienintencionado y tenía razón porque efectivamentey no había problema alguno en el cuello, o bien la atención prestada era,… digamos que escasa.

Lo que nos devuelve a la necesidad de unas vacaciones.

One Reply to “Una serie de catastróficos despropósitos (III)”

Jajajaja Comienzan las contraindicaciones de la Pedagogía del dolor… Como todo buen tratamiento que se precie presenta contraindicaciones.

Nos vemos,

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