junio 1, 2012

Una serie de catastróficos despropósitos (I)

Haciendo un guiño al título de la serie de libros de Lemony Snicket (paseudónimo con el que Daniel Handler escribió aquella serie de catastróficas desdichas que inspirarían, entre otras, la película protagonizada por Jim Carrey del 2004), doy comienzo a lo que probablemente sea una serie de entradas dedicadas a esos sucesos relacionados con nuestra praxis que nunca deberían suceder, y que, sin embargo, al trabajar en una consulta en la que mis pacientes narran sus quehaceres, doy constancia de que lamentablemente suceden.
Sin ir más lejos , hoy mismo, un paciente mostraba su globuloso pie post-fractura bimaleolar de 7 semanas de inmovilizada evolución.

Aportaba una radiografía que mostraba una buena consolidación ósea, y un informe en que el traumatólogo disponía la recomendación de carga progresiva.

Al observar el pie, encontramos una aberrantemente empastado extremidad, por un linfedema cuya fóvea asimilaba a un guá, de esos en que intentábamos, durante nuestra niñez, acertar a introducir las canicas. Pero además exhibía dos apósitos, cuya retirada nos presentaba algo así como dos aguijonazos.

La justificación de los mismos, acorde a lo relatado por el paciente; el intento de una bata blanca de cuyo nombre y especialidad no quiero acordarme, de evacuar lo que a su juicio era líquido retenido, mediante dos atrevidos pinchazos.

¿a dónde iban dichas agujas dirigidas? jamás lo sabremos, como jamás entenderemos lo que este personaje cree saber acerca de la retención de líquidos.

Y la explicación de la bata blanca, de la cual tendré que fiarme de la transcripción expuesta por el paciente, es que si se saca de dentro hacia afuera, llega a la raíz del problema y no sigue saliendo más líquido.

En fin, compañeros, parece ser que la acumulación de linfa, esa pantanosa aglomeración, ha recibido hoy una novedosa acepción.

4 Replies to “Una serie de catastróficos despropósitos (I)”

Fóvea está de moda ponerlo con V, aunque sea una fóvea que produzca «fobéo» (miedo). Corrige.
Yo usaría mejor la palabra edema que linfedema. El linfedema puro no suele tener fóvea. Linfedema da a entender que hay un problema en los vasos linfáticos que impide el drenaje y que será permanente. Edema puede ser solo un aumento de la retención de líquidos en el tobillo, pero reversible. En un edema posfractura los vasos linfáticos y venas funcionan bien pero hay una retención de líquidos por aumento de presión oncótica (liberación de proteínas y factores inflamatorios) y la vasodilatación que producen. Pero es reversible, y sin daño en los vasos linfáticos ni pérdida de función.
Pinchar un edema o un linfedema sería un error, pero no seria raro pinchar un derrame articular, aunque no es frecuente hacerlo en el tobillo. Me parece extrañísimo que le hayan pinchado el tobillo por un edema postfractura. Nunca lo he visto ni tendría sentido. Una vez en una artroscopia había restos vegetales, hojitas machacadas, como posos de té. Había habido una infección tras la infiltracióin de una infusión de hierbas naturales en la rodilla. Hay médicos que hacen el tonto bastante amparados en su título.

No he acabado de entender tu relato por estas dos frases…
«encontramos una aberrantemente empastado extremidad» y «cuya fobea asimilaba a un guá»
A que te refieres con empastado y con guá??
Por lo demás lo he comprendido todo.

Saludos Carlos

@fisiostyle SAMUEL GIL

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