febrero 7, 2011

¿Quién quita las pastillas?

Hace no mucho, los colegios de fisioterapia nacionales aunaron sus fuerzas para pelear, cual hordas, por la posibilidad de que los fisioterapeutas pudiésemos recetar.

Lo cierto es que a mi en ningún momento me pidieron opinión al respecto (si algún lector fisioterapeuta recibió información acerca de dónde votar esto, por favor indicarlo en el rincón «comentarios»). De haberlo hecho, por supuesto me hubiese negado.

Y por varias razones. Entre las que destacaré el hecho de que, con sinceridad, me temo que la gran mayoría de fisioterapeutas en España, y atendiendo a la formación al respecto que se recibe desde las universidades, carece de conocimientos suficientes acerca de farmacología. Que ahora recuerde, todo lo que sé acerca de fármacos (que no es mucho), se lo debo a varios libros leídos, wikipaseos y necesidades impuestas por mis pacientes durante la práctica clínica.

Otra razón; el temor a que la posibilidad de recetar, opción mucho más cómoda que movilizar, explicar, corregir,… sea tomada por bandera y perdamos grandes herramientas terapéuticas como son la educación y la terapia manual.

Eso sí, como ya comentaba en cierta ocasión, renovaríamos agenda y viajaríamos más…

Pero, si en vez de eso, los colegios hubiesen peleado porque los fisioterapeutas pudiésemos legalmente QUITAR las pastillas, yo hubiese votado (si además me hubiesen preguntado) un rotundo sí.

Porque parece ser que aquello de Santa Rita Rita Rita, lo que se da no se quita, es algo más que una tediosa rima según algunas tendencias de la praxis farmaco-médica moderna.
Y si no, que me expliquen cómo puede ser que la semana pasada una paciente llevase tomando 5 semanas el ibuprofeno para un esguince de tobillo, siendo que ni estaba inflamado, ni dolía, ni cojeaba, ni siquiera la paciente sabía para qué se lo tomaba (la señora acudió a la clínica por un esguince que se acababa de hacer en el otro pie, qué se le va a hacer). Mal boquete en el estómago, tamaño AINE, le estaría haciendo a la pobre mujer.
U otro caso que recuerdo, una mujer que estuvo trabajando «zombie total» durante un mes por el myolastan que nadie le había dicho que retirara una vez cediese la lumbalgia (de 4 días de duración, por cierto).
O los pinchacitos en la barriga de heparinas… ¿por qué diantres no le dicen a los pacientes durante cuanto tiempo deben perforar sus barriguitas y empaparlas de anticoagulante? ¿acaso es normal que mantengan el tratamiento durante los 3 meses que preceden a la sesión de «revisión»?

Mi propuesta: cursos para fisioterapeutas para QUITAR pastillas, y cuando sepamos (y no antes), peticiones al gobierno para que nos dejen hacerlo (pronto hay elecciones, igual es el momento).

13 Replies to “¿Quién quita las pastillas?”

Anónimo4: las 2 últimas entradas de Rubén, en efecto, son, más que interesantes, imprescindibles.
La elección de los contenidos que transmitimos a los pacientes debe ser cuidadosa, aunque nunca podemos despreciar el hecho de que, terapeuta y paciente, somos humanos.
Eso, en sí, ya casi es un sesgo.

Con voluntad se llega a algunos sitios, pero no a todos. Es muy probable que la clave sea la persuación (manipulación). Los publicistas y los políticos saben mucho de eso. Excelente la entrada del blog de Ruben Tovar al respecto (http://rubentovar.blogspot.com/2011/02/realidad-sesgada-parte-ii-manipulacion.html).
Eso abre cuestiones éticas interesantes sobre la información que se proporciona a los pacientes, la que no se proporciona, o los límites en la utilización del efecto placebo.

Arturo: Gracias por la aportación, y en efecto en fisioterapia tenemos mucho «uso indebido de …» De acuerdo totalmente con que todo profesional debe intentar adecuar sus conocimientos a las necesidades de sus pacientes. Pienso que en los límites de las capacidades de cada uno, pero sin «parcelas» dictaminadas por criterios dudosos.

Anónimo3: Gracias por el comentario (por cierto, es una pena que seas Anónimo). Ese tal Iker no sé quien es (llevo 12 años sin ver la tele, supongo que será algún oportunista de alguna sorprendente tendencia). Al respecto de tu último párrafo, de acuerdo en que es difícil, pero también lo es construir un viaducto y asómate al puerto de Buñol o a Despeñaperros: hay que hacerlo, aunque cueste, porque te aseguro que frutos, aunque con el tiempo, los da.

En las escuelas de fisioterapia se siguen dando listas interminables de tratamientos por enfermedad. La idea es que si no aplico todo el arsenal terapéutico es porque no tengo tiempo, pero que el tratamiento ideal es aquel en el que se utilizan más herramientas y aquel en el que el fisioterapeuta toca más al paciente. Esto se ve reforzado por la práctica privada. Cuando un paciente acude a una consulta paga por tiempo. Espera un tratamiento personalizado y si se le aplican más cosas mejor.
El sobrediagnóstico y el sobretratamiento son el pan nuestro de cada día en la profesión. Se reparten nocebos a manos llenas. Más aún cuando la frontera entre la salud y el bienestar parece tan difusa (flaco favor hizo la OMS con su definición). ¿Tener cansada la espalda es una enfermedad? ¿Hay que tratar un dolorcito en el cuello que se pasa solo? Se tiene fisio como se tiene entrenador personal o confesor. Ese no es el camino. Si seguimos así pronto llamaremos intrusas a las personas que se dedican a la prostitución (utilizan medios físicos para hacer más felices a las personas).
En cuanto a la pedagogía del dolor, sí, pero no seamos inocentes. Si el planteamiento es biopsicosocial remamos contra corriente. Explicar a un paciente con dolor lumbar crónico que no tiene causa mecánica que genere dolor y conseguir que cambie su conducta es tarea ingrata. De cada 100 profesionales a los que pregunte, sobretodo si son fisios, es muy posible que 99 busquen artrosis, dismetrías, músculos acortados, puntos gatillo, restricciones miofasciales, etc.
Pocos pacientes se van a conformar con que el dolor está en su cerebro. Las personas necesitan creer que las cosas suceden por algo. Si no ¿por qué las religiones? ¿por qué el éxito de Iker Jiménez ? ¿por qué triunfan las teorías conspiranoicas sobre el 11-M?
Tratad de explicar a un católico que no tiene sentido que hace dos mil años alguien enviado por Dios viniera a salvarnos no se sabe de qué. Intentad convencer a alguien con dolor crónico de que todo está en su cerebro. Es igual de difícil.

arturo goicoechea

Soy neurólogo especialmente interesado en biología molecular y farmacología. Ello me ya llevado a creer en lo que recetaba en mis años de residente y adjunto novicio y a dejar de creer en gran parte de ello según iban cayendo años.

En el tema del dolor crónico, no asociado a daño tisular relevante, los fármacos son parte importante del problema (tóxicos adictivos). Con la pedagogía pretendo que los pacientes tomen la decisión de suprimirlos. No es posible una acción eficaz sobre el dolor si no va asociada a la retirada del «calmante», al igual que no es posible una acción eficaz sobre las ganas de fumar sin la retirada de los calmantes (cigarros).

Supongo que los fisios tendréis el equivalente al uso indebido de fármacos en el uso indebido de acciones manuales.

Creo que es obligación de todo profesional saber todo lo que pueda sobre todo aquello que afecta a cada paciente. Una vez cumplido con el precepto ético del conocimiento procederá según conciencia a decidir lo que considere más conveniente. No veo falta de ética en informar a cada paciente de lo que se sabe en relación a fármacos o masajes. Luego el paciente decidirá lo que considere oportuno.

Importante cuestión y sensatas propuestas. Gracias.

Los pobres pacientes están vendidos. Lo que ellos entienden por calidad sanitaria no siempre coincide con la realidad.
En cuanto a la dejadez, cierto que existe en todas las profesiones. Como soy fisio reconozco mejor la que nos corresponde. Y también el exceso de celo. Si propones cursos para que quitemos pastillas, otros propondrán cursos para «quitar» acupuntura, osteopatía, fibrolisis percutánea, terapia regenerativa… de nuestros pacientes. Mal no vendría.

Anónimo: no hablo de que los médicos prescriban bien o mal, ni de de que los pacientes se automediquen.
Hablo de mala praxis, de dejadez y desidia, algo que sucede en medicina, fisioterapia, odontología, ingeniería, episcopado, y las oficinas de tráfico, las fallas de mi pueblo y la asociación de «salvemos al lince ibérico»… en fin, en todo aquello en lo que hayan personas dispuestas a no cumplir con su cometido como deben.
Da igual que lleven bata, toga o sonajeros. Es una falta y creo correcto hacer crítica de la misma.
Y si con ello los pacientes se hacen más exigentes de calidad, bien para todos, que es lo que pretendo con el blog.

Sin duda un mal médico prescribe fármacos mejor que un buen fisioterapeuta.
Tan harto de ver pacientes que toman medicación a lo tonto, como de ver a pacientes a los que el fisioterapeuta moviliza cuando tienen recorrido articular completo o masajea para calentarse las manos.
El que esté libre de culpa que tire la primera piedra.

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