junio 25, 2010

Imanes

Esta mañana en la clínica ha salido el tema de una serie de personajes que, cual ave rapaz en las puertas del Centro de Salud de Alaquàs, se apresuran a abordar a los pacientes que, presas de la desilusión y el disgusto relacionado con su padecimiento, ceden sus minutos a la fe y a una amable sonrisa.

Con ello prometen que, a cambio de esos minutos durante una supuesta entrevista (para dotar de cientifismo al tema), les será en breve ofrecido un masaje gratis. Sí, señores, como quien regala una gorra o un boli.
La historia continúa. Por la tarde, llaman a los incautos pre-clientes, y se citan para personarse en casa y ofrecer el masaje gratis. Ya en casa, los magufos en cuestión se presentan con un curioso cacharro, y explican algo con unas 36 palabras extrañas (más de una inventada) para justificar que la sesión de prueba que les ofrecen (lo de masaje ya ni se nombra) es muy efectiva para todo en general, critican a los que ofrecen lo que ellos pero con otra marca, aseguran que el suyo es el oficial, y sin más, plantan al señor o señora una serie de cables y piezas con poderes magnéticos para regular y equilibrar los humores y miasmas y así inexorablemente restaurar la salud.
Poco después, tras alimentar el placebo con «a que se siente usted mejor, señora», o, ante los aún escépticos, «en unas horas, don Pepito, empezará a notar como los cambios energéticos le hacen sentirse mucho mejor», les maquillan el producto con unas compresivas condiciones económicas (le voy a estafar, señora, pero como hay crisis, un poco menos), y, si pica, producto endosado.
Me ofende, sobre todo porque creía que con la pulserita de las narices ya habíamos tenido tonterías suficientes para este 2010.
Como no pienso justificar lo evidente, aquí os dejo la entrada de un magnífico blog en relación con este desacato al intelecto: http://cnho.wordpress.com/2010/05/13/10-razones-para-no-creer-en-el-«par-biomagnetico»/

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