En las últimas décadas, la incidencia de dolor craneofacial se ha incrementado significativamente. Acorde a un estudio canadiense, el dolor facial, localizado en un área diferente a la cráneo-mandibular, tiene una presentación del 27% de pacientes con dolor facial único, un 13% con dolor y malestar asociado, y 4,9% con dolor facial severo, agudo (1).
Sin embargo, al hablar de dolor craneofacial generalmente es complicado establecer si el origen de los síntomas es dental, craneomandibular o facial. Esta dificultad se relaciona con el hecho de que múltiples factores etiológicos pueden estar presentes en un mismo paciente, y por otro lado un único factor etiológico puede tener diferentes consecuencias en distintos pacientes (2).
Un reciente estudio, a modo de ejemplo, describe el caso de un paciente que presenta dolor local y limitación del movimiento en la región temporomandibular después de la cirugía de la articulación temporomandibular (ATM) (3).
Los autores narran como al establecer un programa de tratamiento que consta de técnicas manuales, como la distracción de la ATM, combinadas con ejercicios de control motor para restaurar la función de la ATM, no obtienen buenos resultados, no llegando a aliviar los síntomas del paciente ni recuperando sus funciones orofaciales. Tras reevaluar el caso, exploran y tratan mediante técnicas neurodinámicas el tejido nervioso craneal, en concreto el nervio auriculotemporal y su interfaz, y con ello sí consiguen mitigar el dolor y mejorar las funciones orofaciales.
La aportación de este artículo no es ya tanto la implicación de una determinada porción de sistema nervioso en la presentación clínica del paciente (algo que, por otro lado, resulta quizás anecdótico pero a tener en consideración).
El hecho de que un tratamiento estandarizado de movilización articular y control motor de la ATM, tan eficaz en la mayoría de casos, resulte improductivo en el caso de este paciente, y requiera una reevauación posterior para detectar la disfunción neural, nos hace recordar la necesidad de seguir un razonamiento clínico adecuado para advertir estas situaciones, que nos sugieren abandonar las tendencias protocolarias de tratamiento.
- D. Locker, G. Slade. Prevalence of symptoms associated with temporomandibular disorders in a Canadian population. Community Dent Oral Epidemiol, 16 (1998), pp. 310–313
- F. Mongini. Taxonomy of headache and facial pain. Headache and facial pain, Thieme, Stuttgart (1999), pp. 2–10
- WK Geerse, HJM von Piekartz. Ear pain following temporomandibular surgery originating from the temporomandibular joint or the cranial nervous tissue?-A case report. Manual Therapy, 2014