mayo 5, 2012

De fisioterapeutas y médicos, o tigres y leones: ¿se puede saber qué pasa?

La relación entre profesionales sanitarios no siempre es tan fluida, respetuosa y correcta como debiera. Esta situación afecta principalmente al paciente, víctima final de una serie de despropósitos entre los que, es imposible negarlo, destaca la tirantez más que ocasional entre médicos y fisioterapeutas.
Los pacientes asisten con imperturbable semblante a unas caricaturescas riñas de patio entre batas blancas, y el alcance del absurdo roza en ocasiones los umbrales del riesgo para la salud de aquellos a los que intentamos ayudar.
¿qué es lo que nos pasa a todos?
¿cuánto de razonable hay en los dardos que sobrevuelan entre médicos y fisioterapeutas?
¿qué podemos aportar tigres, leones y pacientes (¿gacelas?) para suavizar esta abrupta relación?
Intentaremos valorar la situación, porque me da a mi que las gacelas piensan que el tema resulta demasiado ridículo para unos feroces felinos.

Pensé que un buen punto de partida para estudiar el alcance del problema, sería usar la herramienta que históricamente más ha ayudado al desarrollo del conocimiento: preguntar.
Diseñé un formulario en el que, sin tapujos, animaba a los participantes (a los cuales aprovecho para agradecer su más que nutritiva colaboración) a opinar acerca de lo que creían que los médicos hacían para que la relación fuese mala, lo que creían que los fisioterapeutas hacían para que la relación fuese mala, e, ítem que ha resultado tremendamente fértil, qué se les ocurría para que las cosas mejorasen.
Y, con absorta expresión en ocasiones, pasé a evaluar los resultados.

Una primera salvedad a destacar es que mi objetivo no ha sido en ningún momento remover porquería (término más sutil que el que todos usaríamos) entre médicos rehabilitadores y fisioterapeutas. Y ello es así por varias razones.
La primera son las connotaciones políticas del tema, terreno que me resulta incómodo y detestable, tema del cual desde hace tiempo se ocupan colegios de los diferentes colectivos y en el que meterme sería con más bien poca ilusión ni fundamento.
La segunda, es la sincera falta de experiencia que respalde mis opiniones, o la interpretación de las recibidas en el formulario. Un fisioterapeuta de atención primaria o de una mutua tendría más razones para divulgar al respecto que yo, que en 15 años de trabajo en consulta privada sólo he tenido un par de interacciones con rehabilitadores.
Y, tercera y lógica, la ponencia la desarrollo como fisioterapeuta que soy, en unas jornadas organizadas por y para fisioterapeutas, con lo cual, evitar la unilateralidad en los argumentos es imposible.
De todas formas, transmitiré lo que a mi entender son las raíces de la incomodidad y algunas aportaciones que veo especialmente productivas al respecto, sencillamente para reflejar las opiniones más coherentes:
Los fisioterapeutas relacionados con rehabilitadores reclaman autonomía, que no se les trate como herramientas ejecutoras de técnicas, y que se les deje opinar y construir, mientras los rehabilitadores reclaman respeto a su profesión, que no se les ningunee y que no se les “salte” al acudir a otros especialistas médicos antes que a ellos.
La opinión que una médica aporta y que subrayaría, para que las cosas mejoren, es que los rehabilitadores deberían pautar los tratamientos por objetivos, y no por técnicas, especificando precauciones y contraindicaciones. Creo que, junto a la revisión de la participación en equipos multidisciplinares, es una medida oportuna.
Y, a partir, de aquí, valoraremos la relación entre médicos (en general, de cualquier especialidad, los médicos que todos los días atienden a pacientes por cualquier problema), y los fisioterapeutas.

¿qué enturbia la relación entre médicos y fisioterapeutas?

Intolerancia
Los prejuicios, el mutuo afán de desprestigio, el desprecio, la disposición a infravalorar y desacreditarnos unos a otros, son deplorables constantes entre médicos y fisioterapeutas. En gran medida fruto de la falta de conocimientos, y muchas veces basados en experiencias y creencias propias o transmitidas.
Lo fácil sería disimilar la situación admitiendo que son situaciones aisladas, y que tampoco es para tanto; discrepo, y mucho. Son situaciones frecuentes, y su relevancia, cara al paciente, enorme.

Ignorancia
Existe una considerable falta de conocimientos respecto a lo que hacen los diferentes colectivos; fisioterapeutas que no saben a qué especialista remitir un paciente con una determinada patología, médicos que piensan que los fisioterapeutas estamos para reblandecer músculos duros. Lo cierto es que los médicos presentan una praxis más uniforme que nosotros; existen demasiadas diferencias entre lo que hacemos unos y otros fisioterapeutas.
No es tampoco infrecuente encontrar ignorancia por dejadez: fisioterapeutas que no se molestan en estudiar las características concretas de un diagnóstico que desconocen, o de un determinado acto quirúrgico; médicos que piensan que el ejercicio terapéutico que indicamos a nuestro pacientes son gestos casi gimnásticos o deportivos, y por ello lo rechazan abusando de la indicación de reposo.
La Evidence Based Medine nos mueve a todos por igual, idealmente todos basamos nuestros actos terapéuticos en datos científicamente contrastados. Aquí, sin embargo, cada colectivo carga un tipo de lastre particular: médicos que actúan en base a la EBM sugerida por la industria farmacéutica, y fisioterapeutas que para diferenciarse, por ignorancia, o al seguir modelos inadecuados, se acercan a las pseudociencias.

Falta de comunicación La falta de feedback, en ocasiones incluso el uso de un lenguaje diferente, no ayuda a una buena relación. Hoy en día es absurdo culpar a la falta de medios, a menos que voluntariamente cerremos puertas a la comunicación.
Prácticamente todos los encuestados reclaman invertir en diálogo; estamos de acuerdo en la necesidad de mostrar disposición para informar, preguntar, responder, recomendar, y aceptar las críticas a nuestro discurso.

Abuso de jerarquía Muchas veces, las relaciones entre sanitarios superan la jerarquizada organización militar: determinados sujetos están para pensar y decidir, otros para obedecer y ejecutar. Todo se maquilla finalmente etiquetando al grupo de sujetos como “equipo” y aquí no ha pasado nada.
Un cirujano no podrá hacer nada sin tener el quirófano limpio, material organizado y esterilizado, servicios de anestesia y enfermería, celadores, en fin, todo un verdadero equipo detrás (y delante) que permita la intervención.
La formación de cada profesional debe permitirle actuar, y decidir la forma idónea de hacerlo, en su campo, lo que nos acerca al campo de las competencias. Y aquí es donde la subordinación debe limitarse para permitir un desarrollo profesional óptimo y respetuoso.
Y nos lleva al peliagudo tema del diagnóstico como competencia.
El médico atesora con fiereza el monopolio de la función diagnóstica. Algo que, desde mi punto de vista, menosprecia sobre manera las capacidades del fisioterapeuta. Entiendo que el médico debe cribar la naturaleza de la patología del paciente, pero una vez descartada patología mayor, no creo que en el campo de la patología musculo-esquelética y los desórdenes de movimiento, por ejemplo, traumatólogos y fisioterapeutas deban mantener una relación que no sea de igualdad. O ante un paciente con secuelas de ictus al que el fisioterapeuta lleva tratando meses con respecto a su neurólogo.
Si el problema es quirúrgico, fisioterapeutas a observar y esperar turno; si no lo es, a valorar y actuar en consecuencia. De forma colaborativa siempre, por supuesto, ya que la evolución de la clínica de nuestros pacientes es algo dinámico. Pero, siendo por ello dinámico el diagnóstico, y siendo que todos acompañamos al paciente en su proceso, ¿por qué negarnos la capacidad diagnóstica a los fisioterapeutas, que adaptamos nuestros actos terapéuticos día a día conforme evoluciona el paciente?
No creo que el “diagnóstico de fisioterapia” sea la solución final. Diagnóstico es diagnóstico, y no entiendo por qué cada profesional no puede aportar sus conocimientos para hilar fino.

Paciente como vehículo del malestar La hipocresía que supone ridiculizar la praxis de médicos por parte de fisioterapeutas (sólo saben dar pastillas, y decir que esto y aquello es por un virus), y de fisioterapeutas por parte de médicos (tú deja que te cuenten los rollos que quieran, pero que te hagan un masaje que es para lo que están), no hace más que marear al paciente. Delante nuestra, el paciente nos dará la razón y mostrará acuerdo en que el médico es un patatín y patatán; delante del médico, es fácil suponer que ocurrirá lo mismo hacia nosotros.
Y así, pues eso, excesos de buen rollo, y al final la casa sin barrer.

Una solución quiero

Unidad Una lectura de esta entrada puede acercarnos a la idea.
Hasta que los fisioterapeutas no logremos evitar la dispersión profesional, y las grandes diferencias entre la praxis de unos y otros a la hora de enfocar idénticos panoramas presentados por nuestros pacientes, difícilmente podemos defender nuestra posición como colectivo.
Si el criterio es la evidencia científica, contamos con una extensa guía a seguir, la misma de todos los profesionales sanitarios, y no tenemos por qué seguir admitiendo bobadas entre compañeros. Criticar el corporativismo médico desde nuestra posición no es más que una muestra de envidia, y lejos estamos de poder defender las actuaciones de algunos colegas cuyo proceder no se admitiría ni en el circo.

Educación Educación, siempre educación.
Educar a fisioterapeutas sobre lo que hacen los médicos. Educar a médicos sobre lo que hacen los fisioterapeutas. Incluir en la formación universitaria da cada colectivo una parte del programa docente dedicada al conocimiento del organigrama médico-sanitario, dando además una visión actualizada de los contenidos que cada profesional dominará al terminar sus estudios, y definiendo las competencias y campos de actuación de cada uno.
Educación, en lo que a nosotros respecta, siempre y sólo de calidad, sujeta a un control que no se base en extraños y oscuros criterios. Un control que no tenga inconveniente en denunciar y desechar la formación basura que con tanta impunidad mariposea en nuestro entorno.
Educación como defensa a las malas lenguas; es más efectivo aportar conocimientos fehacientes al respecto de nuestra opinión y el porqué de nuestros actos, mucho más que contratacar acusando al acusador (¿y eso te ha dicho el que precisamente sólo sabe dar pastillas, sin levantarse siquiera de la silla?).

Compartir experiencias Reunión en trabajo. Opinar y escuchar opiniones de cada profesional implicado en la evolución de los pacientes.
Reunión en cursos, jornadas y congresos. Sólo oyendo lo que dicen los médicos, y preguntando después acerca de lo que han hablado, podemos criticar constructivamente lo que hacen. Sólo oyendo lo que dicen los fisioterapeutas, y preguntando después acerca de lo que hemos hablado, pueden criticar constructivamente lo que hacemos. Compartiendo mesas redondas, alrededor de temas concretos, se puede enriquecer de forma colosal el conocimiento.
Reunión para investigar, elaborar publicaciones, guías clínicas.
Sólo podemos avanzar adaptándonos al sistema; abrazar las pseudociencias conduce inexorablemente al ostracismo.

Respeto Rebajarse a intentar ser mejor en base a hacer creer que los otros son peores es,… lamentable.

Humanidad El producto final de nuestro trabajo no son churros o botones para camisas, es la salud de nuestros pacientes. Actuemos en consecuencia.

Ocio Alguien propone en respuesta al formulario que no estaría mal compartir situaciones de ocio,… y lo cierto es que, sirviendo para acercar posturas e unir lazos, mala idea no es.

8 Replies to “De fisioterapeutas y médicos, o tigres y leones: ¿se puede saber qué pasa?”

Estimado Carlos:

Felicidades por esta y por las otras entradas de tu bitácora. Está cargada de bonhomía, de buenas intenciones. Pero, como me parece recordar que dices, tal vez sería diferente si la escribiera alguien con más experiencia, sobre todo el el trato con médicos rehabilitadores. Efectivamente, como alguien dice, no todos los médicos se pueden considerar por igual, pues la naturaleza de la relación es radicalmente distinta. Desde hace años he tratado de huir de la «beligerancia apriorística» pero la experiencia me ha servido para constatar una serie de puntos. Cuento. Los médicos de casi todas las especialidades con las que más nos relacionamos suelen respetarnos, interrogarnos, tal vez porque no saben mucho de fisioterapia (ni tienen por qué saberlo). Hay muchos médicos rehabilitadores que respetan nuestro trabajo y muchos fisioterapeutas que obran en reciprocidad. Suelen ser aquellos casos en los que no hay visión de supremacía en los primeros (jerarquía) ni de sumisión en los segundos. Mi impresión es que esto no es lo que abunda (es una impresión no constatada con algún estudio cualitativo). La mayoría de rehabilitadores, pese a tener una correcta relación personal, se han formado en la idea de que diagnóstico y tratamiento son prerrogativas del médico, a pesar de que el fisioterapeuta introduzca criterio y variaciones (bajo conocimiento y control suyo). La mayoría de los fisioterapeutas están cómodos en esta situación (hablando de la sanidad hospitalaria pública y privada, incluyendo mutuas y aseguradoras). Lo anterior choca con las competencias adquiridas y reconocidas en el Grado en Fisioterapia. Lo anterior choca con la legislación que reconoce la derivación a fisioterapia por CUALQUIER médico. Lo anterior supone renunciar al crecimiento disciplinar y profesional, como el acceso directo, el diagnóstico, la decisión de instaurar o cesar una intervención, la relación directa con otros profesionales o la familia. Y, como se ha dicho, otros escenarios son posibles, no por enfrentamiento, sino por dejar hacer, dejar desplegar el potencial intelectual y de habilidades del fisioterapeuta. Creo que hay una tendencia a asimilar la fisioterapia a la rehabilitación, cuando esta última es un concepto mucho más amplio. Y de igual manera que un psicólogo o trabajador social pueden desplegar su conocimiento para el bien de sus pacientes, ¿por qué no puede el fisioterapeuta sin interposición de un prescripción?
Gracias.

Gracias por el comentario.
Me encanta seguir encontrando opiniones al respecto, sobre todo en este tema cuya permanencia en el tabú no hace más que consolidar la comodidad del pasivismo.
Mostrar así tu punto de vista ayuda a seguir recapacitando al respecto,… y eso me encanta!

Desde mi punto de vista por el cual me veo algo más capacitado en exponer la problemática de entre médicos y fisioterapeutas. Debo de deciros que soy lincenciado en medicina y al no querer hacer el mir opte por la diplomátura en fisioterapia ejerciendo mi profesión médica y de fisioterapia de manera muy integradas en mi vidas profesional. Trabajo para un centro privado de traumatología y para un hospital también privado además de tener mi consulta en tratamiento integral del dolor sin la carrera de fisioterapia mi profesión no sería nada y sin mi carrera de médico tres de lo mismo.

Si que he tenido amigos o compañeros que se han burlado de mí sobre todo los que vienes cuando el trauma ya pasa de ellos aunque sean colegas y he comprendido que en diferentes centros como los de atención primaria los físios deberían de tener personal cualificado en fisioterapia comunitaria y atención primaria como especialidad y que no sean un físico para todo sino que los planes de atención se han gestionados por varios fisios y una dirección única.

Pero en casos como unidades medulares amputados la medicina rehabilitadora debe de ser el valuarte del tratamiento y el físio el encargado de mejorar el proceso de curación

Vamos más allá en una unidad de neurología el neumólogo debería tener un equipo de fusioterapeutas o en unidades de rehabilitación cardiaca igual especializándose el personal y dando lo mejor de ellos.

Un caso donde los fisios deminan el 100 por 100 del terreno rehabilitador en en las ucin de neonatos del donde fisios como el Dr. en fisioterapia Javier Rego está innovando.

Identificar médicos con «pastillas» y «radiografías» es ignorancia. Identificar fisioterapia con «palpo, encuentro y trato con las manos» es ignorancia.

Valores, respeto… enseñar que hacemos y cómo. Pruebas, razonamiento clínico no alucinatorio, conocimientos… Gracias por sacar el tema y, sobre todo, de la manera que lo hiciste. Un abrazo! Nos vemos la semana que viene!
Jose Miguel

Mi opinión:

Habrá unidad el día que exista igualdad en el acceso a las competencias en la sanidad pública. Y eso de sanidad pública es un eufemismo para ocultar que la salud se ha monopolizado hacia la vente subvencionada de pastillas y pruebas diagnósticas con dinero público. Así que se debería denominar «medicina pública», no sanidad pública.

Mientras la fisioterapia sea ninguneada, y los médicos invadan un diagnóstico funcional que no entienden, buscando un diagnóstico categorial de un dolor de cuello o de espalda con una radiografía, que no es más que una tapadera de la ignorancia biomecánica, para dar una pastilla mientras la alteración biomecánica queda sin tratar, hablar de unidad es una utopía.

Esta discusión en mi opinión no tiene nada que ver con la sanidad, sino con la economía. La medicina hace competencia desleal en términos económicos a la fisioterapia (ya que se subvenciona con dinero público material biomédico, pastillas, y sueldazos de médicos) mientras no se subvenciona la fisioterapia con dinero público, lo que se conoce como dumping de precios. Por lo tanto el paciente tiene que elegir entre algo que es «gratis» (porque se subvenciona) o algo que le supone un esfuerzo económico porque no se quiere subvencionar. Y esto tiene un nombre: competencia desleal. Y por qué sucede esta competencia desleal? Porque la fisioterapia ahorra dinero y eso no interesa, interesa gastar dinero. Lo explico: es la misma razón por la que se construyen aeropuertos inviables o 1.000.000 de viviendas sin salida. Se coge dinero del cazo público, se reparten entre constructoras, concejales, subcontratas etc. Que eso sirva para el bien del pais importa dos cojones. Pues lo mismo sucede con la sanidad. Se trinca pasta del cazo público y se destina a material biomédico, pruebas diagnósticas en muchos casos inútiles, sueldazos, pastillas…

Quiero decir que es muy bonito hablar de unidad, pero el poder sociopolítico del lobby médico y farmacéutico monopoliza la sanidad. Y esa es la realidad. La consecuencia de esta realidad es el enrarecimiento de una relación de desigualdad y de invasión de competencias.

Paciente del jueves: dolor en la zona del ombligo. Tras rayos x, ecografía de vesícula y análisis de sangre, decide venir a mi consulta donde en 10 segundos dí con el diagnóstico. Un punto gatillo que diagnostico tocando y trato sin pruebas diagnósticas ni pastillas. Y señores: eso no interesa.

Sin igualdad no puede haber unidad. Saludos.

Interesante y bien planteado.

Me parece que falta algo: muchos fisioterapeutas están contentos trabajando con médicos y tienen buena relación. Muchos médicos no tienen roces con los fisioterapeutas con los que trabajan. El enfrentamiento sucede fuera de su casa.

Habría que distinguir especialidades médicas y sus relaciones con la fisioterapia. Los niveles de ignorancia sobre la fisioterapia mencionados no son propios de los especialistas en rehabilitación, pero sí frecuentes entre traumatólogos y reumatólogos. Cada especialidad debería ser valorada a parte en lugar de referirse solo a «médicos». Ningún rehabilitador consideraría que el fisio solo sabe hacer masajes o solo ejercicios.
Actividades de ocio, comunicación, congresos, publicaciones e investigación compartida son las claves del conocimiento y respeto mútuo. Pero solo sirven para los que trabajarán en equipo. La posibilidad de trabajar de forma individual también existe. El que sea más Juan Palomo, que no se presente a una OPE para una plaza donde trabajará con médicos, tiene otras opciones. Y dentro de la pública puede también optar por plazas de atención primaria donde no trabajará con médicos rehabilitadores en muchas comunidades. Vamos, que hay libertad para elegir.

Deja un comentario