George R.R. Martin comenzó a escribir la serie Canción de Hielo y Fuego en 1991 y el primer libro (Juego de Tronos) se publicó en 1996. Desde entonces y hasta ahora hemos podido disfrutar de 5 obras de las 7 previstas (a mi, lo reconozco, aún me falta por leer la quinta).
A la próxima recuperaremos la seriedad, no os preocupéis.
Cuando entró el maestre Pycelle, Jaime no giró la cabeza y siguió mirando a la nada a través de la ventana. Aún estaba empapado en sudor, y no era capaz de relajar los dedos de la mano derecha, aquella mano que aún estaría pudriéndose y llena de gusanos en alguna parte.
– ¿El mismo sueño, mi señor? –en los últimos días, el maestre había visitado todas las noches a Jaime, y no le hacían falta más explicaciones.
– Esta vez ha sido peor. Cuando he intentado cortarle la cabeza a la cabra, me he dado cuenta de que era mi propia mano la que caía al lanzar el tajo, y un enorme oso la devoraba –Jaime mantenía fija la mirada en el muñón, que al menos había dejado de apestar a muerte.
– Ver la cabeza de Vargo Hoat separada de su cuerpo no es un pensamiento que le vaya ayudar con ese dolor – Pycelle había intentado razonar con Jaime durante todas las noches de vigilia, pero poca disposición a escuchar quedaba ya en ese caballero- La imaginación puede ser su aliada, pero deberá aprender a utilizarla de otra manera.
– ¿Acaso ni soñar con la venganza puede permitirse un tullido?
Pycelle hizo caso omiso al comentario –Mañana volveré con el espejo, e intentaremos de nuevo reconciliar en tu cabeza esas alucinaciones. El reflejo de la otra mano ahuyentará el dolor de la mano perdida.
– ¿Me devolverá también la espada? –Jaime no sabía si lo que más le atormentaba era el recuerdo de la mano o el olvido de la espada.
– Hablando de espadas, le he visto como mira a los caballeros cuando entrenan en el patio. Aproveche la observación para recordarse a sí mismo peleando. –el maestre entendió que el bufido de Jaime, daba por terminada la conversación. El matarreyes aún guardaba en su mente, con una triste mezcla de admiración y envidia, el último combate del caballero de las flores de la mañana anterior – Le dejaré la leche de la amapola para que le ayude a seguir durmiendo.
– ¿sabéis si ser Loras ha hablado ya con la doncella de Tarth? –Jaime quería zanjar de una vez el malentendido entre el hermano de la joven reina y Brienne.
– Me informaré y os haré saber por la mañana.- Pycelle se dirigió a la puerta y cuando se disponía a salir, añadió – Su sobrino, el rey Tommen ha preguntado por vos.
“Mi sobrino… ¿también habrá mostrado interés mi querida hermana?”
Evocar a Cersei hizo que el fantasma de la mano reapareciese con toda su tenebrosa maldad.
5 Replies to “Canción de Hielo y Fuego 3.1”
Me ha encantado la entrada, Carlos. Soy ávida seguidora de la saga y el pasaje que has escrito podría perfectamente estar incluído en ella.
El vídeo, expectacular, se me ponen los pelos de punta con el tema.
Gracias, Hallia!, a ver si nos regalan pronto la sexta entrada!
Muy buena la entrada. La verdad es que no he leído esta serie pero después de esto me está picando el gusanillo.
No conozco a los personajes pero me imagino, después del comentario de Carlos, a Ramachandran con túnica y sombrero de punta en el papel de Pycelle.
Otra serie de literatura fantástica que me han recomendado es La Rueda del Tiempo, de Robert Jordan. Parece muy buena si consigues pasar del primer libro… yo no lo he conseguido
Carlos: Quedamos pues a la espera…
Ah! y lo de no avisar que había spoiler en la entrada, aunque parezca cruel, era un recurso para que la gente lo lea, porque si no, la gente ya tiene excusa para dejarlo estar
😉
Esto ha sido legen… wait for it… dario!
Pycelle es Ramachandran!!! Lo sabía!
SPOILER PARA LOS SEGUIDORES DE LA SERIE DE TV (QUE AUN NO HA LLEGADO A ESTO, SI NO QUIERES QUE TE LA DESTRIPE, NO SIGAS LEYENDO):
*Para los que no lo pillen, a Jaime le cortan la mano de la espada en una de las novelas, y el dolor de su miembro fantasma le persigue a lo largo de su historia. De hecho, los relatos de como sobrevive a la amputación, entre fiebre y un dolor terrible, es una narración excepcionalmente vívida por parte del autor.
Ahora me he picado, Carlos. El próximo, esta vez del maestre Aemon, corre de mi cuenta.
Un abrazo!