noviembre 19, 2010

Bobath

Últimamente me he reencontrado con la metodología Bobath.

La, al menos desde mi punto de vista, optimista forma de abordar las lesiones neurológicas propuesta por la pareja Karel y Berta Bobath allá por los 40 aún sigue vigente. Una orientación basada en la declaración de inutilidad de la espasticidad, impulsada por la alineación de los puntos clave y la importancia prestada a la postura, sigue alimentando a docentes y alumnos, terapeutas y pacientes.
A cada uno en diverso grado y manera.
Aunque es un concepto también aplicado a niños paralíticos cerebrales, voy a hacer referencia a los pacientes neurológicos adultos con secuelas de Accidentes Cérebro-Vasculares.
Estos pacientes, con secuelas de ictus, se despiden de una flacidez inicial, ante un desprevenido y malherido encéfalo que intenta situarse en las semanas posteriores a la catástrofe isquémica. El aturdido cerebro sustituye esta inhibición del tono postural por una tremenda espasticidad y un sinfín de intentos de restauración de los movimientos por medio de improductivas reacciones asociadas. Movimientos estereotipados y grotescos que desde la desproporción en la medida del tono muscular estorban al paciente en la recuperación de sus habilidades motrices.
La idea Bobath sugiere técnicas para ayudar a reencontrar el equilibrio postural, a prevenir las reacciones asociadas, a estabilizar las cinturas y permitir una inervación recíproca coordinada de las extremidades, a disociar los movimientos de la pelvis para permitir una marcha normal. Trabajosas técnicas, para fisioterapeuta y paciente, cuya repetición y perseverancia puede llegar a ofrecer una vía de rehabilitación a los pacientes hemiparésicos cuyas ganas de volver a moverse con libertad da justificación a tanto trabajo.

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