¿Recordáis aquello de…
A mi burro, a mi burro, le duele la rodilla
El médico le ha dado un frasco con pastillas
Un frasco con pastillas, mi burro enfermo está.
Mi burro enfermo está.
Y así seguía Rosa León enumerando las dolencias del desafortunado asno, y sus consiguientes prescripciones facultativas. Pero mira por donde que no le daba más pastillas al borrico. Que al animal le dolía la garganta, una bufanda blanca. Que el corazón, unas gotitas de limón. Una gorrita gruesa para el dolor de orejas, y creo, que para el dolor de cabeza le endosaba al burro una jarra de cerveza.
Lo que está claro es que, al versionar esta canción, Rosa León (cuyo nivel de formación médico-sanitaria ignoro), además de hacer sonreír a los niños, se preocupaba de la salud del burro, y no se limitaba a enriquecer a la industria farmacéutica de forma tan flagrante como lo hacen hoy en día tantos médicos a costa de la salud de sus pacientes.
6 años de formación en medicina deben dar para mucho más que para inflar a drogas a la gente. Es penoso ver todos los días a personas convertidas en enfermos, convencidas de su morbilidad debido a su farmacodependencia inducida. E igual de lamentable es encontrar a médicos aburridos que se han convertido en verdaderos títeres de las compañías farmacéuticas.
La cosa ha llegado a un extremo tal que cuando un facultativo “es de los que no recetan casi medicinas”, la gente los considera malos médicos. Los ven como avaros que desean hacer la puñeta, “como si tuviesen que pagar ellos mis medicinas”, insinúan enfadados los pacientes.
Y el problema está en que el precio de esta dependencia psicológica por las pócimas maravillosas, del regalo iatrogénico que muchas veces viene en el pack, de la carga económica que supone la expedición incesante y gratuita de recetas, y de otros varios desastres asociados, es grande.
No vamos a pensar mal, pero, ¿puede ser que las compañías farmacéuticas no le pagaran a Rosa León viajes a Cuba para esos esenciales congresos de 6 días, y que por eso buscase soluciones más adecuadas para su pobre burro?
One Reply to “A mi burro”
Que la industria farmacéutica sea la segunda potencia económica mundial no debe ser casualidad. Y que sean las armas las que le quitan la pole position, tampoco debe ser ni casual ni gratuito…
¡Qué suerte tuvo el burrito de Rosa León!