En el post de hoy os hablamos sobre el Quiste de Baker, qué es, cómo evoluciona y cómo abordamos su tratamiento desde la Fisioterapia.
¿Qué es el quiste de Baker?
El quiste de Baker, también conocido como quiste poplíteo, es una acumulación de líquido sinovial en la parte posterior de la rodilla, justo en el hueco poplíteo. Se forma como resultado de una distensión de la cápsula articular, habitualmente en personas con problemas inflamatorios o degenerativos de la rodilla, como la artrosis o lesiones meniscales. La bursa del semimembranoso suele ser el tejido que más dilatación sufre, y que puede comprimir otras estructuras cercanas.
¿Cómo evoluciona?
En muchos casos, el quiste de Baker es asintomático y puede detectarse de forma casual durante una ecografía o resonancia. Sin embargo, cuando crece, puede generar síntomas como sensación de presión, rigidez o incluso dolor en la parte posterior de la rodilla.
Uno de los casos más relevantes clínicamente es cuando el quiste de Baker alcanza un tamaño suficiente como para comprimir estructuras cercanas, como el nervio ciático en su rama tibial, que atraviesa el hueco poplíteo. Esta compresión puede generar síntomas neurológicos como entumecimiento, hormigueo o dolor irradiado hacia la pierna y el pie.
Tratamiento fisioterapéutico del quiste de Baker
En nuestra clínica, especializada en neurodinámica, abordamos este tipo de casos con un enfoque integral. La fisioterapia puede ser muy eficaz tanto para reducir el tamaño del quiste como para tratar las consecuencias neurológicas y de dolor derivadas de su compresión.
El tratamiento del Quiste de Baker incluye:
Movilizaciones articulares suaves y ejercicios de descarga, para reducir la presión en la articulación de la rodilla.
Técnicas de drenaje y trabajo miofascial, que ayudan a disminuir la inflamación local y mejorar la circulación.
Ejercicios neurodinámicos específicos, que buscan mejorar la movilidad del nervio ciático y reducir la sensibilidad del tejido neural afectado. Estas técnicas permiten restaurar la normalidad en el deslizamiento y la función del nervio, aliviando así los síntomas irradiados.
Educación al paciente sobre ergonomía, modificación de la actividad física y estrategias de autocuidado para evitar recaídas.
En algunos casos excepcionales en los que el quiste es muy grande o no responde al tratamiento conservador, puede ser necesaria la derivación médica para aspiración o cirugía.
Conclusión
El quiste de Baker no siempre requiere tratamiento, pero cuando causa síntomas, especialmente si hay afectación del nervio ciático, es importante una valoración profesional. En OSTEON combinamos la fisioterapia convencional con técnicas avanzadas de neurodinámica para abordar no solo el origen del problema, sino también sus efectos sobre el sistema nervioso periférico.
