Cuando hace 6 meses nos mudamos al nuevo centro de osteon, en el que actualmente desarrollamos nuestra labor como fisioterapeutas, la idea de implementar el modelo de atención mediante el uso progresivo del ejercicio como herramienta terapéutica se constituyó como uno de los principales pilares a tener en consideración.
La idea era, por supuesto, continuar con la práctica clínica tal como hemos desarrollado durante años, y añadir la posibilidad de utilizar un nuevo espacio habilitado para la práctica de actividades físicas en el contexto de la salud y la recuperación de lesiones.
Son varios los pacientes que ya han desarrollado parte de su tratamiento en la sala polivalente / gimnasio. Los tratamientos más activos van acompañando, cuando así lo consideramos necesario, a las técnicas de terapia manual. Durante varias sesiones de rehabilitación deportiva, y no tan deportiva, la camilla ha quedado sustituida por colchonetas, elásticos, platos inestables, espalderas, pelotas, cinchas de suspensión, pesas rusas, balones medicinales,…
También llevamos 5 meses en los que se han consolidado 3 grupos que desarrollan de forma continuada sesiones colectivas de ejercicio terapéutico. Ellos las llaman clases de Pilates, aunque lo que allí realizan es bastante más que ese tipo concreto de ejercicio, a tenor de lo que desde fuera podemos acusticamente advertir (un guiño para los animados usuarios de esta actividad 😉
Lo cierto es que estamos contentos con la aceptación que están teniendo estas iniciativas, y pretendemos seguir invirtiendo en mejorar esta nueva faceta de osteon. Reconozco que las clases grupales, desde un punto de vista clínico, al principio me parecían algo arriesgado. Pero en vista del bajo nivel de adherencia de los pacientes a los ejercicios que mandamos para casa (“quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, 8:7 Evangelio según San Juan), lo planteamos como una opción viable.
Y vaya si lo está siendo, la gente está encantada, e implicada a tope.
