Se considera dolor crónico, o más estrictamente, dolor disfuncional a aquel dolor que permanece más allá de los plazos de curación normales de los tejidos involucrados.
El dolor crónico generalmente no proviene de la zona que duele.
El dolor disfuncional no se relaciona directamente con la lesión de los tejidos donde duele. Esta forma de dolor, que tiende a la cronicidad, no se puede atribuir a la descarga de estímulos nociceptivos desde un tejido periférico lesionado en proceso de cicatrización y remodelación, lo que sí ocurre por ejemplo desde un ligamento del pie tras un esguince, un hueso de la muñeca tras una fractura, o un tendón del codo después de un sobreesfuerzo.
El origen del dolor en estas circunstancias se relaciona más bien con los desajustes de procesos neurofisiológicos como la Sensibilización Central. La Sensibilización Central es un mecanismo mediante el cual el Sistema Nervioso Central (cerebro y médula espinal) amplifica las señales que le llegan, o las genera directamente en base a los procesos memorizados de anteriores experiencias de dolor.
Se relaciona con situaciones clínicas como la fibromialgia, migrañas, y varias formas de dolor atribuido al sistema musculoesquelético.
El tejido involucrado en el caso de, por ejemplo, un dolor crónico de la mano, no son los músculos, articulaciones, nervios periféricos, tendones,… de la mano. El problema reside en el Sistema Nervioso Central encargado de recibir la información de esta zona, procesarla y generar una respuesta. Es un error de representación central de la zona, una imprecisión, y un desajuste de los mecanismos de control del dolor.